Tu y yo no somos iguales.
Tu reíste ante el llanto y burlaste a tu sensibilidad
pensando que ver la guerra no era igual que vivirla.
Yo me sobrecogí un lunes y un martes cambié de idea
y traté de sonreír de nuevo, aunque todo fuera estéril
solo porque mis músculos jugasen a serlo.
En algunos mundos la gente opta por seguir
hacia delante y en otros, en el mismo instante que
ven la oscuridad, se niegan a pensar que hay algo
mas ahí, algo que el miedo quiere enseñarles.
El hambre nos hizo distintos,
la pasión y el arte derribó algunos de esos
muros que los padres crean a los niños
cuando son pequeños llenándoles la cabeza de
pájaros hinchados de roles y estereotipos.
La injusticia de unos mundos,
la codicia de otros,
la sangre y esencia del ser humano
que se aferra a la vida para
supervivir en un mundo inhóspito
que ha dado origen a otros tantos
submundos de envidia y egoísmo.
Tu y yo no somos iguales
y me encanta y me subleva.
Tu y yo siempre fuimos personajes
de distintos cuentos,
gotas minúsculas en el universo
que tratan de encontrar el lenguaje
idóneo para estar en lo mismo,
para ser valientes en una sociedad
donde acercarse al otro va unido
a un cajón de hedonismo y alter ego.
Tu y yo no somos iguales
y nunca lo seremos,
porque jugamos a juegos distintos
y tomamos decisiones que nos hacen diferentes.
Eso es lo que nos diferencia,
la optativa, la elección del sendero obligatorio o no,
aferrarse a la verdad aunque sea una mentira,
aferrarse a la mentira aunque sea una verdad.
Muchos mundos, muchos viajes al cielo o al infierno,
Muchos conjuntos y subconjuntos,
mucha risa falsa y mucho miedo.
El delirio de juntar ambos universos,
el tuyo y el mío, incluso del ego.
Tu y yo no somos iguales,
son las decisiones las que nos separan o nos unen.
Decidamos pues acompañarnos
aunque nadie este en lo cierto
porque en esa diferencia que es la que marca el juego
encontramos un puente de igualdades
donde ambos tengamos la misma dignidad
donde ambos lloremos si sufrimos
y sufrimos si nos dolemos.
Donde nuestras manos tienen cinco dedos
y nuestra caja de emociones puede
ver mas allá del color de nuestra piel
ávida de esa diferencia que para
nosotros fue indiferente…
Isthar Enlanoxe.
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