QUE MAS DA; ES SOLAMENTE PAZ


Bajo al abismo y ya no hay miedo
y ya se lo que me espera.
Bajo a lo más miserable y nadie está
porque no hay nadie que te baje a la oscuridad
si tu no le acompañas o si tu no le dejas…

Y llaman locos a los esquizofrénicos
y se ponen vendas ante la guerra.
Y no me escupas, no me grites,
que más da lo que tu quieras.
Bajo a lo más profundo y me llamas penosa
y me cuelgas esas cuerdas
pa que yo misma me ahorque con ellas o sin ellas.

¡Que patética paradoja!!
¿Qué cobardía me cuentas?
Tu me llamas bicho raro
y a mis versos no te enfrentas…
¿Quién controla tu lobotomía?
¿Quién te ha cerrado las puertas?

Reconozco mis pasiones
reconozco mis tristezas,
araño paredes, bailo con la locura,
vuelvo luego, si me tercia.
No pienso negar lo evidente,
no voy a ocultar las miserias.
No quiero ser de otros,
no me agacharé ante tu frustración
y tus miserables monsergas.

¿Hasta cuando te divertirá ser mi enemigo?
¿Por qué recoges lo que siembras?
¿Por qué te sienta tan mal
que la vida dé estas vueltas?

Ya la sangre se me encoje.
Quizás sonría si pueda.
No estoy hecha pa contar las balas que gastas
y sentarme tan tranquila en un sofá,
sin importarme las cosas que cuentas.
Si acaso cantas algo vació,-como que adoras las conservas,
como que el amor es pasajero, como que todo son verdades eternas,
como que todo pasa y nada queda-,
sin preguntarte como solucionar de algún modo
lo que siempre frustra tu maldita tristeza.

Una y otra vez y una mas.
Canciones cantas sin respuesta.
Algunas son vacías de contenido, no sirven para una mierda.
No sirven ni para hacerlas por hacerlas.
Porque la moraleja del final viene de influencias externas.
Son otras voces que aclaman,
son otros cuerpos que en tu voz se reflejan.

Cuanta rabia contengo, eh!
Y que mas dará lo que cuentan,
que importa si tu quieres verme entre cuerdas,
si eres feliz sintiendo tus ramas
apaleando mis piernas.
Pues tu tranquilo que yo hago que te lo creas…

Da la hora, una campanada.
Puede que recuerdes que yo no soy de piedra.
Dan otra vez, la segunda.
Puede que creas que me guste sufrir por amor al arte,
que soy hoja, que soy tierra.

Dan las tres campanadas,
yo canto un grito de desconsuelo
porque me duele que salgas corriendo,
aunque haya asumido que ya nunca
a mi lado vuelvas ni en mis sueños.

Dala cuarta y me relajo,
me siento ante esa puerta
y no espero que la abras,
pero no me da miedo verla.

Da la última, quizás ya casi ni suena.
Y lo mas triste de todo es que
aunque ya nada espero,
y ya me da igual todas las respuestas,
aun espero que comprendas que ahora
soy yo la que piensa que eres miserable
pero aun así mi corazón te acepta.
(Porque a mi no me da miedo quien eres,
y sé hace tiempo que la gente no es perfecta.)

Han sonado ya todos los tambores,
hay una voz en mi interior que cuenta
que mi tristeza es serena y la tuya es siempre inquieta.

Bajo al abismo y ya no hay miedo.
Cuando duele yo si lloro,
cuando estas a oscuras, voy a tientas.
¿Qué mas da lo que haga?
Tu eliges, tu postergas.

Yo soy pupila nublosa,
atardecer de quimeras,
sin causas bélicas contra tus huellas,
sin rencores ni penas que me sublevan.
Soy aquella que si llaman
la puerta abre sin treguas.
Pues ya no estoy en esta frontera,
ni te voy a escupir a penas.
Pero si ahora quieres pasar
a través de la torre y traer paz,
tendrás que saltar el muro este
y venir solo con ella…