EL ESPACIO DE LAS LETRAS

domingo, 7 de junio de 2015

PÁJAROS

Una vez vi un pequeño pájaro ajado, desilusionado, maltratado por la vida.
Quise acogerlo en mis manos, incluso acabe amándole como jamás nadie pudo hacerlo.
Le miraba a los ojos y tenía un brillo especial, de esos que no se ven a menudo,
de esos que te hacen estremecerte cuando ya todo parece no valer nada.
Con el paso del tiempo le dí risas y esperanza, le dí una casa
y un corazón donde cobijarse, le dí aliento y le animé a volar alto, incluso le quite miedos.

Con el tiempo el pájaro empezó a devolverme lo malo que le había dado la vida.
Otros no le habían valorado y yo fui la que pagué impertinencias y valores mal dados.
¿Quién y como lo habían maltratado para llamar bruja a la persona que más le había amado?
¿Porque no pudo volar como siempre soñó y le arrastraban reminiscencias del pasado,
malos ejemplos, malos patrones...?


Lo que un día el bosque me regaló ahora yo lo devuelvo.
No avanzó hacia las montañas mas altas y tuve que mirar hacia adelante.
Lo dejé volar con la mala suerte de convertirme en otra de tantas personas
que lo habían maltratado y habían hecho que no creyera en sí mismo.
No puedo preguntarme que hice mal porque el dardo mas sutil
puede contestarte a esa pregunta. Un nada sin mas.

Y el pájaro huyó desorientado y ajado de nuevo y aún miro hacia atrás
viendo sombras del pasado por si no son tales y el pájaro ya ha volado.


Jamás comprenderé como un pájaro rechaza las caricias de una hada.
Pero hay algunos de esos, de pájaros exóticos, que han sido tan ignorados
que ya no sabes distinguir a ciencia cierta si es azul o si es morado.
Y no se puede hacer nada por ellos, aunque yo intenté sin acierto.
Y no se puede borrar heridas de la infancia, heridas de la juventud, heridas del alma.

Solo queda rezar a la madreselva para que ella se encargue de su alma
y le susurre cosas bellas al oído para que al menos piense
que existe vida mas allá del prejuicio y las heridas.

Un día una ninfa me contó al oído que el pájaro aun vagaba,
que no había encontrado otra hada que le acariciara.
Entonces pensé en mandarle besos de amor en mis sueños.
Pero al poco desistí, quién sabe si el daño que  me hizo fue cierto.
Pero el pájaro no paró hasta intentar destruirme
como había aprendido y es que lo bien aprendido nunca se olvida
aunque le soples poesías al oído.

Aún ahora veo ese brillo en su mirada pero ya nada puede salvarlo del miedo,
ni si quiera el amor.

No hay comentarios: