Cojéme de la mano….
Cógeme de la mano y te llevaré a un desierto esclarecedor.
Aquí está olvidado el sueño de Morfeo.
Él no existe, tantas cosas no existen.
Las horas impotentes se burlan de nosotros
y la desidia juega al parchís con nuestras cabezas.
Nada es lo que parece,
nada quiere aparentar lo que parece ser.
Un blanco pulcro atormentado de arena,
insípido, cruel, vanidoso.
Y yo busco el arcoiris de la selva
y no lo encuentro, mas no es para mi… aún no.
He llegado a esa fase donde la cara oculta de la vida
se ríe de los inválidos y de nosotros que no supimos abrazarnos.
He llegado a ese punto donde mil ideas aguardan a la noche.
Y donde la noche no nos aguarda, maldita sombra del aire del día.
Se han oxidado las palabras, están vivas oxidadas entre verjas de pastillas.
Y yo en el medio, atenta, observando la luz a lo lejos,
observándome a mi misma a lo lejos…
Díctame un sitio cualquiera que le diré a mi dios
de algodón que siga allí por si nos espera,
por si aun desea vivir con nosotros entre espumas y madera.
Ven ahora, ven y no hagas ni una mueca porque la tormenta de aire espera
y si te atreves por un momento a desafiar a la naturaleza de este desierto,
el vendrá con mas irá a tus ojos, a tus manos, se meterá entre tu ceño.
No vamos a hacer nada, ya verás que no puedes.
Y si puedes cambiar la naturaleza de este infierno,
si puedes abrazarme y hacer que todo esto acabe,
si puedes besar mis labios con dulzura y así entren en ellos solo tu aire
si puedes arroparme con tu capa,
alimentarme con tu sed,
saciarme con tu carne,
este desierto desaparecerá por instantes y seremos
los niños que siempre soñamos ser,
los ambulantes pedantes que creíamos saber de la vida se irán,
seremos de nuevo los pequeños cobijados en el abrazo del otro.
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