EL ESPACIO DE LAS LETRAS

viernes, 22 de enero de 2010

EL ALIENTO DEL DESIERTO

Cojéme de la mano….




Cógeme de la mano y te llevaré a un desierto esclarecedor.

Aquí está olvidado el sueño de Morfeo.

Él no existe, tantas cosas no existen.



Las horas impotentes se burlan de nosotros

y la desidia juega al parchís con nuestras cabezas.

Nada es lo que parece,

nada quiere aparentar lo que parece ser.



Un blanco pulcro atormentado de arena,

insípido, cruel, vanidoso.

Y yo busco el arcoiris de la selva

y no lo encuentro, mas no es para mi… aún no.



He llegado a esa fase donde la cara oculta de la vida

se ríe de los inválidos y de nosotros que no supimos abrazarnos.

He llegado a ese punto donde mil ideas aguardan a la noche.

Y donde la noche no nos aguarda, maldita sombra del aire del día.



Se han oxidado las palabras, están vivas oxidadas entre verjas de pastillas.

Y yo en el medio, atenta, observando la luz a lo lejos,

observándome a mi misma a lo lejos…





Díctame un sitio cualquiera que le diré a mi dios

de algodón que siga allí por si nos espera,

por si aun desea vivir con nosotros entre espumas y madera.



Ven ahora, ven y no hagas ni una mueca porque la tormenta de aire espera

y si te atreves por un momento a desafiar a la naturaleza de este desierto,

el vendrá con mas irá a tus ojos, a tus manos, se meterá entre tu ceño.

No vamos a hacer nada, ya verás que no puedes.



Y si puedes cambiar la naturaleza de este infierno,

si puedes abrazarme y hacer que todo esto acabe,

si puedes besar mis labios con dulzura y así entren en ellos solo tu aire

si puedes arroparme con tu capa,

alimentarme con tu sed,

saciarme con tu carne,

este desierto desaparecerá por instantes y seremos

los niños que siempre soñamos ser,

los ambulantes pedantes que creíamos saber de la vida se irán,

seremos de nuevo los pequeños cobijados en el abrazo del otro.

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