UN DIA CUALQUIERA
Un día en la selva, te acuerdas,
donde jugábamos a quitarnos la penas piojosas
y yo era papel y tijera sin prisas.

Un día donde todas las líneas se sucedían alegres,
donde cada paso era la sucesión del otro
y no nos planteábamos que hacíamos mal
porque solo nos importaba llegar a la cena y descansar.

Cuantas noches volvíamos a la raíz
y presentíamos que el día oscuro no siempre traía nieblas
y que amanecería que no es poco y nos espera.

Un día jugando impacientes con el aro, ¿te acuerdas?
Haciendo ovillos de madejas interminables
sin importarnos si el juego se rompía en mil cadenas,
conscientes simplemente de lo importante que era celebrarlo
sabiendo que la tristeza en ocasiones con nosotros también juega.

¿Te acuerdas? ¿Te acuerdas cuantas tardes cerrábamos las puertas?
Y sabíamos que la celebración solo sería una fiesta nuestra.
Que agitaríamos banderas sin pensar de que colores,
que lucharíamos sin apenas darnos cuenta.

Que se han parado los relojes en mi alma
y esta vez ya no hay juergas.
Que el tiempo pasa y ya no espera
y yo solo quiero celebrarlo
y yo solo quiero que a mi lado tu te vuelvas
y reboses de esa risa que cocinábamos antaño
cuando en tu pecho sentías una bonita canción de madreselvas.

No te pares, no te vuelvas.
No dejes tu mirada en otros pasos
en otras vidas en otras tiendas.
Sigue hacia delante y no te vuelvas a mirarme
Yo ahora he de luchar y no puedo contigo escaparme.
No puedo ver los juegos ni los cantos ni ensancharme.
Ahora no puedo ser la niña que tu esperaste.

Las cuerdas me sujetan y no puedo desatarme
y aunque de ellas intento liberarme, no te vuelvas
te pido no te vuelvas porque esta es una lucha
de la que tu no podrás apartarme.

Un día en la selva y otro día y otro día, ¿te acuerdas?
Un día volveremos a ser niños y cogeremos esas cuerdas
y ataremos la cordura en una rama y bailaremos locos
hasta que la noche de nosotros se canse y se duerma.